Tabla de contenidos
- Obtener matrículas de honor en la carrera no significa ser un maestro de corazón
- Pero obtener cincos y sietes tampoco asegura ser un buen maestro
- Entonces, ¿qué es lo que asegura ser un maestro de corazón?
- Más talento, implicación, ganas y vocación
Posiblemente, muchos estudiantes estén decidiendo (o ya lo hayan hecho) la carrera que quieren hacer para seguir formándose. Algunos de ellos estarán decepcionados porque no han obtenido la nota necesaria para entrar en la facultad.
Y otros, estarán súper motivados porque con sus matrículas de honor y estupendas calificaciones pueden acceder a casi cualquier grado.
De todos esos estudiantes, son muchos los que elegirán magisterio por vocación. Pero hay otros que se matricularán en la carrera porque crean que ser maestro es sencillo y requiere poco esfuerzo.
Lo que está claro es que las matriculas de honor ni los aprobados son suficiente para enseñar.
Obtener matrículas de honor en la carrera no significa ser un maestro de corazón
Ojo, no estoy quitando importancia a las calificaciones. Obviamente, asimilar la teoría de cualquier carrera es muy importante para ser un buen profesional. Pero no es suficiente. Ni mucho menos.
Obtener sobresalientes en selectividad o en el grado significa exactamente eso: que los estudiantes se han aprendido los apuntes y han aprobado con éxito los exámenes. Pero, ¿y si no tienen vocación alguna?
Y esto se aplica a casi toda las profesiones. ¿Qué me decís de los médicos? Un estudiante de medicina puede haber sido brillante en su carrera académica pero quizás luego, no sepa cómo tratar a los pacientes.
O lo que es peor: tenga empatía y sensibilidad nula. Desgraciadamente, en la mayoría de ocasiones se piensa que va a ser mejor el alumno con matrículas de honor que el de “solo aprobados”. Y eso no es cierto.
Pero obtener cincos y sietes tampoco asegura ser un buen maestro
Los estudiantes que han sacado durante la carrera de magisterio o en selectividad más cincos que matrículas de honor tampoco significa que vayan a ser maestros de corazón. No significa que se vayan a implicar con los alumnos y sus familias.
Y tampoco significa que van a luchar por una educación de calidad y fomentar un aprendizaje activo. No significa que se vayan a tomar en serio su trabajo y hacerlo lo mejor posible.
Sin embargo, los estudiantes que tienen un inferior expediente académico que otros alumnos, tienen más complicado acceder a un trabajo. Y eso para mí tampoco es justo.
Cuando estos estudiantes estén delante de un entrevistador casi siempre se tendrán que enfrentar a la siguientes preguntas: “¿y por qué tienes unas calificaciones tan bajas?”, “¿no tienes matrículas de honor en la carrera?”. Y en algunas ocasiones, perderán una oportunidad.
Entonces, ¿qué es lo que asegura ser un maestro de corazón?
Pues para mí, la vocación, el interés, las ganas y la implicación. Eso es lo que asegura ser un maestro auténtico. Los estudiantes que se han matriculado en magisterio porque era lo más fácil y lo que requería menos esfuerzo, tendrán unas prácticas increíblemente complicadas.
Es un aula cuando te das cuenta que ser maestro no tiene nada de sencillo y que por el contrario de lo que se pensaba, hay que invertir mucho esfuerzo.
En ese caso, los tutores de prácticas deberían hablar con los alumnos concretos y darles su opinión de por qué no deberían seguir con la carrera. La enseñanza no debería ser un juego. Y está claro que debería ocupar un lugar importante en las tareas pendientes del gobierno.
Pero, si un estudiante de magisterio sin ganas ni vocación consigue aprobar las prácticas, la carrera y acceder a un trabajo, no es culpa del gobierno. Al menos no en su totalidad.
Más talento, implicación, ganas y vocación
En vez de dar tanta importancia a las matrículas de honor o a lo cincos. Está claro que entre los estudiantes que han obtenido sobresalientes habrá futuros maestros maravillosos y fantásticos.
Pero también los habrá entre los que obtengan cincos y sietes. El talento, la implicación, las ganas y la vocación no se miden por las calificaciones ni las notas. Y creo que de verdad que eso es lo que necesita la enseñanza.